¿Qué tienen en común un obrero en Texas, una madre
      en Tennessee, una anciana Yu’ pik en Alaska, un activista en Puerto
      Rico, un veterano de la guerra en Wisconsin y una jubilada en California?
      Todos son vecinos de bases y operaciones militares de Estados Unidos. Y
      como resultado, todos padecen serias consecuencias de salud y seguridad.
      La gama de efectos nocivos a los vecinos y a los
      veteranos a causa de operaciones en las bases militares, es amplia y a
      veces mortal. Los vecinos de las bases militares están expuestos a
      riesgos más altos de cáncer debido a tóxicos en el aire, contaminación
      de las cuencas de agua potable, altas cargas corporales de elementos
      radioactivos y tóxicos al ser expuestos a las emisiones de armas
      químicas no detonadas y amenazas a la seguridad debido a incineradores y
      reactores nucleares cercanos a áreas densamente pobladas.
      Mucha gente ya no está dispuesta a pagar el alto costo
      de la vida cerca de las operaciones militares. Se están organizando y
      están luchando.
      En 1990, la Coalición de Salud Ambiental se convirtió
      en miembro fundador del Proyecto de Tóxicos Militares, uniéndose a otras
      organizaciones de base para reducir los impactos de las operaciones
      militares y de la contaminación a los vecinos. El proyecto ahora
      representa a 400 organizaciones comunitarias, tribus nativo-americanas,
      grupos de veteranos e individuos con el propósito común de lograr que en
      las bases militares de EE.UU. y en las instalaciones de sus contratistas
      se promueva el saneamiento, el acatamiento a las leyes y la prevención de
      la contaminación.
      "Los militares son diferentes a cualquier otro
      contaminador," dijo Laura Hunter, Directora de la Campaña de EHC
      para una Bahía Limpia. "Operan fuera de la democracia, operan en
      secreto y son inmunes a muchas leyes ambientales."
      En noviembre, EHC fue anfitrión de una conferencia de
      la Red Anti Contaminación en las Bases del Proyecto de Tóxicos Militares.
      En la audiencia pública congresional el 11 de noviembre, funcionarios
      locales electos y designados escucharon opiniones públicas sobre el
      Military Environmental Responsibility Act, MERA (Acta para la Responsabilidad Medioambiental de los Militares), propuesta legislativa
      federal que ordena que los militares cumplan con las mismas leyes
      ambientales y de seguridad que otras entidades. Los miembros del proyecto
      que asistieron y  compartieron historias sobre los efectos que causan las
      operaciones militares en sus comunidades.
      Como se informó en el último número de Toxinformer,
      una encuesta llevada a cabo a nombre de EHC por el Laboratorio de
      Investigaciones de Ciencias Sociales de la Universidad de California San
      Diego, reflejó que el 66% de los Sandieguinos están a favor de que a la
      Marina se le haga cumplir con las mismas leyes y líneas directivas de
      protección ambiental a las que son sujetas otras industrias. De acuerdo a
      este objetivo, EHC ha trabajado en conjunto con el Congresista de los
      Estados Unidos Bob Filner para redactar en borrador el Acta para Responsabilidad Medioambiental de los Militares (MERA.) De ser aprobada,
      la legislación eliminaría la inmunidad y las salvedades de los militares
      en lo que respecta a las leyes ambientales y de seguridad federales y
      estatales.
      "En 1970 y 1980 tuvimos grandes éxitos en este
      país legislando leyes ambientales," dijo Filner. "Y aún así,
      resulta que las fuerzas armadas, unas de las organizaciones más grandes,
      económicamente poderosas y capaces de dañar el medio ambiente, no están
      sujetas a estas leyes."
      Pedro Nava, de la Comisión Costera de California y
      Patricia McCoy, Regidora de Imperial Beach, se unieron a Filner durante la
      audiencia de noviembre. Nava fue informado, en una serie de audiencias
      públicas celebradas a principios del año pasado, sobre los impactos que
      causan los portaaviones nucleares y de la imposibilidad de la comisión
      para regular a los militares. Se impresionó al encontrarse con el serio
      compromiso y con lo bien informados que están muchos miembros de la
      comunidad que testificaron con respecto a la necesidad de aumentar la
      protección.
      "Me preocupan los riesgos que imponemos a la clase
      trabajadora en nombre del estado de preparación de los militares,"
      dijo Nava."Me preocupa que no demandemos de los militares el mismo
      cuidado que le exigimos a los negocios."
      McCoy conoce muy bien la arrogancia de la Marina cuando
      se trata de alternar con las comunidades locales. En 1999, los primeros de
      los cientos de camiones planeados, cargados de sedimentos contaminados que
      fueron dragados de la bahía para permitir la profundidad necesaria para
      que entraran portaaviones nucleares a la Bahía de San Diego, ya habían
      llegado a Imperial Beach a tirar los sedimentos antes de notificar a las
      autoridades locales. Acción inmediata por parte del Consejo de la Ciudad expuso
      esta parodia a los medios de comunicación y la Marina, enfrentándose con
      una pesadilla de relaciones públicas, dio marcha atrás a su decisión.
      "Creo que lo que me da más pauta para preocuparme
      es la creciente desconexión y falta de respeto por la tierra que nos
      alimenta a todos nosotros. No importa donde te encuentres, si en la
      América corporativa o en los niveles económicos más bajos. Todos
      estamos juntos en este lugar y tenemos un deber para con la tierra y para
      con todas las criaturas vivas. Tenemos la obligación de restaurar lo que
      hemos hecho," dijo McCoy. "No queremos que los militares
      envenenen a la misma gente que se supone que deben estar protegiendo."
      
      Puerto Rico: ¿Podrán llegar la paz y la justicia a
      Vieques?
      
      Por muchas décadas, la Marina de los Estados Unidos ha
      ocupado gran parte de la isla puertorriqueña de Vieques, usándola para
      sus prácticas de bombardeo, entre otras cosas. Pero Vieques no es una
      isla abandonada. Es el hogar de 9,000 de los puertorriqueños más
      indigentes. Años de operativos militares, entre ellos el reciente
      descubrimiento del uso de balas de uranio reducido, han causado serios
      efectos negativos a la salud y a la calidad de vida de la gente de Vieques.
      Después de que el año pasado un trabajador civil
      murió a consecuencia de una bomba de la Marina, el movimiento para acabar
      con la presencia de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos en la isla
      se ha intensificado. Robert Rabin, orador principal de la conferencia de
      noviembre, coordinó el Campamento de Paz y Justicia que se instaló en el
      campo de bombardeo de la Marina y que dio como resultado la suspensión
      temporal de los ejercicios militares. Agentes arrestaron a 216
      manifestantes en el campo de bombardeo el mes de mayo. Desde entonces, los
      manifestantes han vuelto a entrar al campo de bombardeo muchas otras veces,
      resultando en más de 1,000 arrestos.
      "El Comité Pro Rescate y Desarrollo de Vieques,
      apoya decisivamente el Acta para la Responsabilidad Medioambiental de
      los Militares (MERA) como un mecanismo que podría acabar con la
      irresponsabilidad militar en relación con el medio ambiente y con la
      salud de la gente vecina a sus instalaciones," declaró el Sr. Rabin.
      "En Vieques, luchamos por la desmilitarización, descontaminación,
      por la restauración de las tierras y porque en un futuro, la comunidad
      tenga bajo su control desarrollo económico sostenible. El buen uso de las
      tierras de Vieques a manos de nuestra comunidad depende del nivel de
      saneamiento ecológico que se le exija a la Marina antes de desalojar."
      
      Memphis, Tennessee: Un Depósito Cerrado de la Defensa
      Causa Pesadillas a la Comunidad
      Cuando la abuela de Doris Bradshaw falleció a causa de
      un cáncer extraño, Doris se preguntó ¿porqué? Un número cada vez más
      alto de mujeres en su vecindario padecían abortos espontáneos y
      enfermedades renales. Bebés nacían con malformaciones genéticas y a
      niñas, no mayores de quince años, se les diagnosticaba cáncer. Algo
      andaba mal.
      
Doris Bradshaw, ahora presidenta de la mesa directiva
      del Proyecto de Tóxicos Militares, investigó qué era tan "exclusivo"
      del entorno ambiental de su vecindario. Lo que descubrió fue alarmante.
      El Departamento de la Defensa había operado un depósito secreto de armas
      de guerra química en el centro de esta comunidad residencial negra. La
      escuela preparatoria local está contigua a la zanja que recibía los
      escurrimientos contaminados del depósito.
      "El Departamento de Defensa en Memphis no trata
      asuntos de salud y nos dijeron que no nos pueden reubicar lejos de este
      lugar," dijo la Sra. Bradshaw.
      No todas estas exposiciones a tóxicos fueron de
      operaciones militares pasadas. Recientemente, los militares liberaron en
      la comunidad un gas tóxico utilizado en armas químicas. Los ciudadanos
      no fueron notificados de la liberación del gas hasta casi diez días
      después. Los residentes dijeron que el que no se hubiese informado al
      público en general de la liberación del gas es sólo el ejemplo más
      reciente de racismo ambiental.
      "Hay personas que viven a 5 metros de donde
      estaban quitando bombas de gas mostaza sin siquiera un plan de escape de
      emergencia," dijo Bradshaw. "Esto es criminal."
      
      Isla Saint Lawrence, Alaska: Barriles Abandonados,
      Responsabilidad Abandonada
      Annie Alowa murió el año pasado. Fue la decimocuarta
      persona de su pueblo que sucumbió al cáncer. Una foto de esta prestadora
      de servicios de salud nativo-americana parada entre miles de barriles
      abandonados por las Fuerzas Armadas de Estados Unidos en las Islas
      Aleucianas, habla de una historia de contaminación y abandono. La Sra.
      Alowa, una anciana Yu'pik de la comunidad de Savoonga, prestó servicios
      de salud en su pueblo por 25 años. Ella hizo campaña para que los
      militares sanearan el área que tanto contaminaron en Cabo Noreste, junto
      a la costa del Mar Bering en la Isla de Saint Lawrence.
      La contaminación de esta área, gracias a las
      operaciones militares, es extensa. Los ancianos del pueblo de Savoonga
      recuerdan que el arroyo cercano a su pueblo alguna vez fue uno de los
      arroyos más ricos en peces en la Isla de Saint Lawrence. Pero que en los
      últimos 30 años se ha convertido en un yermo desde que los militares
      comenzaron a envenenarlo.
      "Se percibe Alaska como remoto," dijo Janet
      Daniels, portavoz del Alaska
 Community Action on Toxics (Grupo de Acción
      Comunitaria para Tóxicos en Alaska.) "Las pequeñas y aisladas
      comunidades, con sus pequeñas poblaciones, no tienen el poder político
      para resistir la intrusión, o para obligar a que saneen debidamente.
      Antes de que los militares ocuparan Cabo Noreste,
      había gente que tenía campos de pesca y caza o que vivían allí todo el
      año. En un radio de 23 Km2, ingenieros del ejército han identificado por
      lo menos 23 sitios contaminados que requieren investigación ambiental y
      saneamiento. Dentro de la contaminación identificada hay 220,000 Gal. de
      combustible derramado, disolventes, metales pesados, asbesto y PBC. Un
      contratista militar calculó que uno de los tiraderos tiene más de 29,500
      barriles enterrados. Los militares dejaron varios otros tiraderos de
      barriles, basureros subterráneos y complejos de edificios extensamente
      contaminados por combustibles y químicas.
      "La misma gente que invirtió tanto tiempo,
      energía y dinero para prepararse para defender a los ciudadanos, es
      exactamente la misma gente sin previsión que ha contaminado fuentes de
      comida y agua de muchas comunidades nativas causándoles efectos nocivos a
      la salud a largo plazo y enfermedades terminales," dijo Daniels.
      "El Departamento de la Defensa debe de ser responsabilizado por sus
      actos."
      
      San Antonio, Texas: ¿Viola los Derechos Civiles la
      Contaminación que origina la Fuerza Aérea?
      
      Cuando miembros del Equipo Pro Salud de la Comunidad
      encuestaron hogares en North Kelly Gardens, una comunidad de San Antonio,
      Texas, en su mayoría latina, los resultados fueron asombrosos. El 91% de
      los adultos y el 79% de los niños encuestados padecían múltiples
      enfermedades. Los residentes padecían altos índices de desórdenes
      neurológicos, problemas respiratorios y altos niveles de plomo en la
      sangre.
      Muchos señalaron a la cercana Base de La Fuerza Aérea
      Kelly como la posible fuente. Una nube de contaminación tóxica se
      extiende 6 Km más allá de la base y cubre 20,000 hogares en North Kelly
      Gardens y en otras comunidades vecinas. Otros lugares tóxicos incluyen
      fosos sin recubrimientos utilizados como tiraderos de sedimentos de
      desecho del proceso de chapeado con cromo y depósitos radioactivos de
      bajo nivel. La Base de la Fuerza Aérea Kelly también es una gran fuente
      de contaminación del aire en San Antonio, debido al gran número de
      instalaciones militares industriales que operan en la base y que emiten
      más de 453,000 kilos de contaminantes volátiles al año.
      El Sindicato de Trabajadores Públicos del Sudoeste
      presentó una querella relacionada con el Artículo VI, alegando que la
      contaminación de los vecindarios latinos aledaños a la Base Aérea Kelly
      viola los derechos civiles de los residentes. El sindicato ha instituido
      un programa de entrenamiento para los organizadores jóvenes y concluyó
      su propia encuesta de salud a la comunidad para así concienciar a la
      población sobre los riesgos de salud que corren debido a la
      contaminación que origina la Base Aérea Kelly.
      
      San Diego, CA: La Marina Impacta a los Vecinos
      
      Marilyn Field desconocía la verdadera índole de sus
      "vecinos" cuando se jubiló y se fue a vivir a Coronado en 1995.
      De lo que ella se ha enterado desde ese entonces la mantienen luchando por
      su salud y su seguridad todos los días.
      San Diego es la morada del complejo militar más grande
      del mundo, el cual está creciendo y se está haciendo más peligroso. La
      Marina ocupa 181,000 acres del condado de San Diego que incluyen ocho
      bases, 120 puestos de comando y más de una tercera parte de la Flota del
      Pacífico. En el pasado, la Marina fue responsable por bombas en playas
      locales y por 100 tiraderos de desechos tóxicos. Ahora, vienen en camino
      a la Bahía de San Diego 6 reactores nucleares más (entre ellos, dos a
      bordo de portaaviones de la Marina), aumentando las emisiones de
      contaminantes volátiles en cientos de toneladas y creando nuevos
      depósitos para deshechos radioactivos.
      Al trabajar con activistas como la Sra. Field, EHC
      lucha por obtener la protección adecuada en caso de algún accidente. Se
      han documentado catorce descargas accidentales de radiación relacionadas
      con los reactores de la Marina. La Marina ha descargado agua refrigerante
      radioactiva en la Bahía de San Diego y hace algún tiempo, investigadores
      encontraron concentraciones de cesio-137 radiactivo hasta 10 veces más
      altas cerca de bases con buques nucleares atracados, a comparación de los
      antecedentes obtenidos. Además, los sistemas de seguridad de los
      reactores de la Marina dependen más de sistemas de operación manuales
      que los reactores comerciales, haciéndolos más susceptibles a errores
      humanos.
      "Si hoy mismo hubiera una descarga radioactiva en
      mi vecindario, no habría manera de notificar ni a los residentes de San
      Diego ni a otras comunidades pegadas a la bahía, como Imperial
      Beach," informó la Sra. Field. "No hay planes de evacuación,
      ni sirenas y nunca se han hecho esfuerzos por educar a la comunidad."