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Nos levantamos temprano porque había que estar antes que todos en el lugar del evento. No alcanzamos a desayunar pero entre la prisa de recoger a la gente y la emoción por el recorrido que íbamos a hacer, ni nos acordamos del hambre.

En el camino al bosque ribereño donde haríamos el evento, nos detuvimos para tomar fotos de la parte canalizada. Encontramos a una familia cruzando el arroyo por unas tablas que improvisadamente servían como puente. La familia no tenia otra opción, más que dar una vuelta caminando que les costaría una hora mas de tiempo para llegar a su destino, o gastar en transporte público lo equivalente al salario mínimo que ofrecen las fábricas cercanas al arroyo.

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Llegamos a las 9:00 am al lugar del evento. Primero platicamos con los medios de comunicación y les explicamos que el evento tenia dos intenciones, primero celebrar la disposición de CONAGUA (Comisión Nacional de Agua, organismo federal responsable por el encauzamiento del arroyo) de encontrar una alternativa sustentable para el encauzamiento, que permitiría conservar el bosque, y la segunda hacer la conexión entre naturaleza y comunidad, conocer las plantas y animales de la zona.

Al evento se sumaron más de ochenta personas. Caminamos alrededor de una hora y media. Encontramos encinos, álamos (que le dan el nombre al Alamar), toloache, hierba del manso, tules y muchas plantas más. Los animales se escondieron, como era de esperar. Pero vimos el árbol donde habita una familia de mapaches, el arroyo donde viven los langostinos y donde comen las garzas, vimos el tronco del árbol donde frecuentemente se ve un halcón y el hueco que dejó un pájaro carpintero.

Pero lo más importante es que entendimos la diferencia entre un parque y un ecosistema natural. Entendimos que estamos conectados y que no se trata de salvar árboles nada más, sino de salvarnos a nosotros. No podemos cambiar un recurso natural como este por más carreteras y camiones. El desarrollo de la ciudad no se puede pagar con la salud de la gente que vive y trabaja cerca de este arroyo. Todos somos habitantes del Alamar.