La escuela de Alejandro mide un poco más de 2000 metros cuadrados. De los cuales casi todo son salones, en los que toman clases grupos de cerca de 30 niños. Su escuela tiene una cancha de futbol que sirve también como cancha de básquetbol. Tienen dentro de su escuela dos árboles grandes y cuatro pequeños. Su clase favorita es la de Ciencias Naturales, en la que le enseñan sobre los ecosistemas, la biodiversidad y el medio ambiente. Estudian dentro del salón en libros con fotos y dibujos de otras partes del mundo.
Vive en un departamento de 60 metros cuadrados que renta su familia, sin patio, con dos habitaciones en la que se acomodan 7 personas. Casi frente a su casa hay un taller de reparación de traileres y a una cuadra de distancia hay una fábrica recicladora. Tiene que caminar dos cuadras para encontrar un árbol. Alejandro vive además justo debajo del parque industrial de Otay, el más grande y uno de los más dinámicos en Tijuana y en la región fronteriza.
Le gustan los animales y le gusta acampar. Le encanta correr y jugar en los parques. Pero lo más importante es que le gusta participar en actividades para preservar el medio ambiente… su medio ambiente. Actividades como los campamentos, recorridos y las jornadas de limpieza en el Arroyo Alamar.
Puede ser que los cuatro kilómetros que quedan de bosque ribereño en el Alamar no parezcan mucho comparados con otros ecosistemas en otras partes de México o Estados Unidos. Pero para Alejandro, y para cientos de familias que viven en las mismas condiciones, este bosque representa una gran oportunidad para aprender no de libros sino de la naturaleza directamente sobre el medio ambiente, pero mas importante, la oportunidad de mitigar la contaminación por el trafico tan dinámico y la contaminación industrial. El Alamar para él y su familia se trata de Calidad de Vida.